Una noche mientras caminaban por el Abasto, el polaco y Enrique , sintieron deseos de beber. Entraron al bodegón de Carlos Gardel y Anchorena. Se posicionaron dentro de dos cuerpos, querían volver a sentir el gusto de una ginebra. Los poseídos por los fantasmas experimentaron frío, pero al ir sorbiendo la ginebra, su cuerpo tomó temperatura nuevamente. Salieron de esos cuerpos riendo por la aventura realizada.
El polaco le dijo a Enrique —sabías, hay una placita a la que le pusieron tu nombre—.
—No , ¿dónde?— respondió Enrique.
—En la que en un tiempo se llamaba plaza Butteler— le dijo el Polaco.
—En la gloriosa Butteler, donde se reunía la barra de San Lorenzo, también se filmaron varias películas con Hugo del Carril, Angel Magaña, Zully Moreno Santiago Gómez Cou, Osvaldo Miranda—
—¿Tenes ganas de ir a verla?— le preguntó el Polaco.
—Claro Polaco, con toda la historia que tiene la placita, me gustaría. Además, algunos fantasmas de la época habrán quedado encerrados en la historia— contestó Enrique.
-¿Te parece antes recorrer el barrio del viejo gasómetro?— Dijo el Polaco
Empezaron a caminar por Avenida La Plata, llegaron y en el lugar había un hipermercado que ocupaba la cuadra desde Metan hasta Las Casas.
—Polaco, ¿me parece o yo siento olor a tablón?, escucho a la barra de Butteler cantando dale San dale, dale San Lorenzo, mirá mirá como te siento que veo que la barra de Huracán entra en un Fiat 600—
—¿Te acordas que por la avenida pasaba el tranvía?, frente a la cancha había un bar famoso, siempre la barra festejaba en él y la pizzería con la fugazzeta doble queso— agregó el Polaco.
Siguieron caminando, cruzaron Cobo, hasta donde de hallaba la iglesia Jesús de Nazaret. Entraron a ver la figura del cura Lorenzo.
—-La arreglaron toda pero es la misma— dijo Enrique.
—Narigón, ¡qué va decir Dios que estamos adentro de su casa! — Exclamó el Polaco.
—No te preocupes Polaco, ya lo sabe. Creo que hasta Jesús se puso contento por estar acá—
—Vamos para la placita narigón— dijo el Polaco.
Retrocedieron una cuadra, entraron por una de las esquinas de Avenida la Plata y Cobo. La placita en el medio de cuatro calles en forma de cruz llegaban a la misma: Senillosa y Cobo, Zañartu, Saraza.
Las calles tenían un ancho de tres metros, las casas tenían que ser iguales por imposición de la donate de las tierras para hacer un barrio obrero.
La placita estaba en el centro del barrio, lugar de reunión de familias que compartían desde el mate de la tarde luego del trabajo diario, las fiestas- no solo de cumpleaños, los carnavales, los cambios de año. También se reunía la barra de la gloriosa Butteler antes de los partidos de fútbol.
—¡Mirá el cartel narigón! Plaza Enrique Santos Discépolo—
—Sabés Polaco, acá filmé una película. Es como si volviera a la juventud —.
—Enrique, por ahí en la noche aparecen algunos fantasmas—.
—¿Cómo sabes polaco? , ¿viste alguno de ellos?—
—Dejame la sorpresa, narigón—.
En la noche empezaron a llegar Hugo, Zully, Santiago, Osvaldo, Tito, la Merello, Magaña, el gordo Pichuco, Astor, Julio Sosa, Floreal D’Arienzo, Di Sarli, la voz gruesa del tango, Edmundo Rivero.
Las viejas barras de San Lorenzo que llegaron a ver a los matadores. Se pusieron todos a cantar en su honor: Cambalache, Chorra, Justo el 31, esta noche me emborracho. Se proyectó en el cielo como pantalla FANTASMAS DE BUENOS AIRES.
Esa noche la gente del barrio salió a la calle al escuchar la música y los cantos de la barra. No vieron a nadie. Todos pensaron, habremos soñado todos lo mismo.En realidad, los fantasmas salieron todos corriendo a parar a la barra de Huracán que les quiso aguar la fiesta.