Pasaron seis meses cuando Marcos, Nicolás y Javier decidieron volver a la isla. Todavía recordaban aquella noche en que el río había crecido, los ruidos extraños en esa soledad y los muertos hallados al amanecer sobre el puente y un tirante que sobresalía de la casa.
El regreso a la isla era para acondicionar la casa, pintar los pilotes de madera con alquitrán y además utilizar pintura con laca marina para la casa y preservarla de futuras crecidas del río. Esta vez, llevaron comida para los días que les ocupara el trabajo y por las dudas tres salvavidas.
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