El barrio del bañado Flores tenía algo muy particular, sobre todo en las cuadras que se encontraban entre José María Moreno, Chiclana, Cobo, Avenida La Plata. Dentro de esa geografía se repartían pasajes, cortadas, calles, lugares, las cinco esquinas.
Las avenidas y unas pocas de las calles transversales eran las que tenían empedrado. Los pasajes, como Arquímedes y La Trilla eran de tierra las que cortaban, junto con lanza, Del Bañado y Tilcara a la calle Somellera. También se encontraban las cinco esquinas, lugar de convergencia de Gual, Tilcara, Somellera, cerca de Fournier y Drumond. Las calles que luego de Cobo tomaban otros nombres: Beauchef, Albarracín, Viel, Doblas, Senillosa. Las paralelas a Cobo: Zelarrayán, Zañartu, Saraza, Balbastro.
Muchas de las casas tenían por lo menos cuatro escalones desde la puerta de entrada hasta el patio ya que eran tierras bajas. Las casas eran tipo ph pero sin separación. Tenían patios grandes y contaban con cuatro o cinco habitaciones amplias, dos baños y dos o tres cocinas de acuerdo a la cantidad de familias que las habitaban.
Los chicos del barrio disfrutaban las calles de tierra, el juego de fútbol, el dinenti, la bolita. Todo lo que la imaginación podía dar era juego.
Los partidos de fútbol empezaron en Arquímedes y Somellera, hacían desafíos en cinco esquinas contra los de barranca de Gual. El festejo era con gaseosa comprada en el kiosco de don Manuel, a veces juntaban las monedas para comprar ensaimada en la panadería de don Juan. Se fue formando un grupo de amigos a los que el barrio cobijaba, en el que se divertían. Los vecinos eran más que eso, también eran los padres de todos. El tiempo fue pasando, crecieron, formaron sus familias, se arraigaron en el barrio, tuvieron hijos. La constante siempre era el barrio, podían cambiar, renovarse las casas pero sus habitantes, ese grupo de chicos, se fue quedando. Llevan casi sesenta años de amistad.
Un día decidieron reunirse a recordar. Sentados alrededor de una mesa fueron volviendo los chicos de entonces: algunos querían tomar Bidu, Gini cola, Refrescola, Naranjin, pedir gofio. ¡No!, mejor Chuenga, Yumi yum. Bazooka, de esos importados con doble envoltura que traían dibujos animados, ¡plop! O mejor, los caramelos de Orozuz de de limón que te dejaban picando la lengua. Recordaron también, las veces que iban a la feria de Senillosa y Zañartu, o a comprar fideos en la fábrica de pastas Verbano. ¡Uy! la compra de la media barra de hielo en Beauchef, las bolsas de galletitas de agua partidas en la fábrica El Orden, la quesería de Lanza y Cobo. Los asaltos o bailes organizado en la casa de alguno de los muchachos, los regalos de cumpleaños a los dieciocho años que consistían en hacer anunciar por radio el evento, lo que era considerado un regalo muy especial. Rememoraron la pizzería de Miguelito en Cobo y Viel, la espera del carro de la Panificación Argentina el carro del lechero que se vendía en jarro, más tarde en botellas panzonas verdes. Cuando las destapaban les hacían tomar la nata a los chicos.
Pensaron y charlaron sobre El Gasómetro, que nunca debió salir de Avenida La Plata dejándolos sin el olor a tablón, la pileta, el gimnasio, los partidos de fútbol, el gusto de comer frente a la cancha la fugazzeta rellena, los festejos en la plaza Butteler. Se hacían presentes también los bailes y los juegos de carnaval en las calles del barrio en los que participaban todos, las fogatas de San Pedro y San Pablo en donde juntaban madera para hacerla lo más grande posible y conseguir las papas para ponerlas al rescoldo y luego comerlas como manjares.
En un momento quisieron ir a cinco esquinas aunque sea para un picado, los niños estaban allí en esa mesa, nunca nadie se fue. Todos estaban volviendo, como decía Pichuco, el barrio los atrapó.
Con dos elementos que siempre usó: ACTITUD de pertenecer ante todo y AMISTAD por sobre todo.