Un día los animales emigraron

En el año 2030 algo inusual se gestó en las selvas. Los animales se estaban reuniendo, la mayoría había desarrollado facultades que al ser humano le llevó miles de años: poder comunicarse.

A través de un lenguaje oral y gestual se estableció entre ellos una charla donde se decidió la forma de organización que los animales tomaron para emigrar a las grandes ciudades. El desplazamiento en grupos de distintas especies; elefantes por su memoria, leones, tigres y pumas por su fuerza y destreza, para la defensa en caso de ataque humano, monos por su   parecido humano y su capacidad de comunicación, ciervos para llevar los mensajes de un grupo a otro, rinocerontes, búfalos y jabalíes por si se necesitara emplear fuerza de choque ante la posible ausencia de diálogo, jirafas para observar movimientos, todas las especies de pájaros para suministrar información aérea, cocodrilos y caimanes por aquellos que llegan por los ríos cercanos a la ciudad.

Así organizados planearon llegar simultáneamente a las grandes ciudades, reunirse con la civilización humana y plantear su pedido de cuidado del medio ambiente, la deforestación, el cuidado del pulmón del planeta, que es el hábitat de todas las especies animales y también el del ser humano en su selva de cemento.

Tardaron días en llegar, a su paso, los pequeños pueblos no entendían qué les pasaba a los animales. Iban por la calle sin molestar a nadie, salvo algún vehículo que tuvo que esperar su paso por la obstrucción de calle o de algunos que trataron de ahuyentarlos disparando al aire. En este último caso el león, el tigre y el puma emitieron rugidos delante de los intrépidos con armas, lo que provocó un súbito rapto de ponerlos en fuga.

A medida que avanzaban, los humanos fueron dando aviso a las grandes ciudades. Estas fueron preparando a sus fuerzas con la orden de que si los animales se presentaban agresivos o peligrosos podían disparar a matar.

Los animales llegaron a las grandes ciudades, elefantes y monos iban delante de todos. En cada ciudad pidieron hablar con los representantes del poder para expresarles que venían en paz, sólo a dialogar. 

— Digannos dónde y un grupo se reunirá para hablar— dijo el mono.

—¿Cómo sé que no atacarán a alguno de nuestros representantes?— dijeron los humanos.

—¿No cree que de haber querido hacerlo, ya lo hubiéramos hecho? Por otro lado, ustedes tienen las armas. Nosotros podríamos hacerles daño, pero ustedes mucho más.— contestó el mono.

—Podrían estar mintiendo y actuar con traición— dijo el humano con desconfianza.

—Esa es una palabra y una actitud que utilizan mucho ustedes. Nosotros si capturamos una presa es por alimento, en cambio ustedes traicionan a otro ser humano, lo hacen su presa para  estar por encima de ellos o para provocar un daño— dijo el elefante con sabiduría.

—Solicitaré a las autoridades el pedido. Si acceden deberán elegir quién irá en representación— dijo el humano.

Se escucha el sonido de un disparo, cae un ciervo y el grupo de choque se lanzó al ataque, pero el mono los detuvo. Se dió vuelta y dijo: 

— ¿Quién fué y por qué?— inquirió el mono con indignación.

— Fui yo, fue instintivo, lo vi moverse y disparé— dijo el humano con el arma humeante.

— Después nos dicen animales a nosotros— comentó el mono con desazón.

— Detuve a los otros para evitar que corra más sangre; que la muerte del ciervo sea una ofrenda de paz y muestre nuestras buenas intenciones.— sentenció el mono.

Comenzaron a caer objetos desde las ventanas de los edificios y los pájaros volaron hacia ellas para observar e informar al elefante y al mono de lo sucedido.

— Dígale a sus niños que dejen de tirar objetos sobre los animales, hay algunos más irritables que podrían reaccionar agresivamente.— dijo el elefante con atención al humano.

El representante con un Magnavox dió orden a los padres de esos niños para que los contengan. Allí nomás el jefe de las fuerzas se comunicó con quien detentaba el poder, le informó la situación y pidió instrucciones a seguir.

— No puedo creer que me preguntes, eso es nada más que un grupo de animales, dispara. Cuando caigan algunos, los otros huirán en estampida.— le dijo el jefe.

— Ese justamente es el problema, si provoco una estampida será hacia adelante. Los animales ocupan las calles y además están llenas de gente, por el fenómeno podrían morir muchas personas. Si bien tenemos las armas una estampida de gente agravaría más las cosas— le respondió el representante a su jefe..

— Que los que encabezan vengan con un grupo reducido, los esperaré con el gabinete en la plaza frente al Congreso— dijo finalmente el jefe luego de una pausa.

El elefante, el mono, el león, el tigre y el puma le pidieron al jefe de las fuerzas que le indicara el camino.

Llegaron a la plaza y se pararon frente al representante del poder y su gabinete. Los pájaros

mientras tanto sobrevuelan los edificios que rodean la plaza y bajaron rápidamente a informarle al grupo que había humanos con armas en los techos.

El elefante pregunta — ¿Por qué tienes humanos armados en los techos? Vinimos en paz a dialogar, ¿Esa es tu forma de diálogo?

— Bueno, no es normal hablar con animales ¿Cómo han hecho para evolucionar y no darnos cuenta?— preguntó el humano con curiosidad.

— Mientras ustedes contaminan el aire, talan árboles de las selvas, provocan incendios, no respetan a las tribus originarias, nosotros hemos aprendido su lenguaje hasta encontrarnos con algunos que lograron comprender y estudiar el lenguaje del humano civilizado— respondió el mono.

— ¿Qué es lo que pretenden con esta reunión? — inquirió el humano.

—No pretendemos nada, venimos a dialogar sobre los problemas del cambio climático provocado por lo que ustedes llaman industria. La tala indiscriminada, los incendios intencionales de la selva, la minería que contamina los ríos, que no sólo pone en peligro de extinción las especies animales, el ciclo de vida de las plantas de nacer, crecer multiplicarse y morir. También pone en peligro la vida de ustedes, las plantas, los árboles en su conjunto son el pulmón de aire del planeta. Si éste se contamina, entonces ustedes deberán vivir en sus cubículos sin poder salir porque el aire será irrespirable, la contaminación hará el resto y morirán por algo que ustedes provocaron. Lo que les pedimos es que los líderes de las ciudades se reúnan y pongan un freno a tanta destrucción o el peligro de desaparición de las especies humanas y animales será imposible de detener. Nosotros que vivimos en lo que queda de selva vinimos a informar lo que pasa, ustedes decidan cómo y qué harán.— explayó el mono soltando la responsabilidad en quienes realmente la tenían.

— Mientras lo hacemos ustedes ¿Dónde estarán?— consultó el humano.

— Nos retiraremos a la periferia de las ciudades, esperaremos un tiempo su respuesta.  Después nos iremos todos, incluso los que ustedes llaman mascotas vendrán con nosotros, la naturaleza los creó libres y así serán— sentenció el mono.

Luego de una semana sin respuesta de los humano, los animales emigraron. Los seres humanos no volvieron a ver un animal en la tierra. Los niños lloraban por sus mascotas, por no poder jugar en las plazas, el sol se iba tornando a un color naranja, el aire se enrarecía, los humanos quedaron sumergidos en un profundo silencio, empezaron a darse cuenta de lo que provocaron, pero ya era tarde: el cambio climático iba haciendo lo suyo como decían los animales. Éstos se retiraron a un lugar tan lejano que nadie pudo encontrarlos jamás.