El ilusionista

Arribó a la Ciudad de Buenos Aires en el 2015 acompañado de un grupo de amigos. Marcos, Niky, Eugenia, Luis, Larreta, Gabriela, Lilita y otros más fueron engrosando el grupo.

Mientras Larreta se hacía cargo de manejar los hilos en la Ciudad, Mauricio se dedicó a perfeccionar el arte del ilusionismo y la hipnosis colectiva.

Después contrató a un sociólogo español, necesitaba tener un perfil de la sociedad; saber cuáles eran sus apetencias, su modo de vida, sobre todo de la clase media y media alta; cuál sería la posición de los grupos económicos cercanos al poder ante una contienda electoral.

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Regresaron a la Butteler

Una noche mientras caminaban por el Abasto, el polaco y Enrique , sintieron deseos de beber. Entraron al bodegón de Carlos Gardel y Anchorena. Se posicionaron dentro de dos cuerpos, querían volver a sentir el gusto de una ginebra. Los poseídos por los fantasmas experimentaron frío, pero al ir sorbiendo la ginebra, su cuerpo tomó temperatura nuevamente. Salieron de esos cuerpos riendo por la aventura realizada.

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Hugo y Tantor

Hugo y Tantor se conocieron al empezar el tercer año del colegio secundario en el turno noche. Concurrían al colegio que estaba en Valentín Gómez, entre Anchorena y Jean Jaures. Tantor venía del año anterior y Hugo se sumó ese año, venía de otro.

Los dos eran corpulentos, salían al finalizar el horario y caminaban hasta Plaza Once donde tomaban el mismo ramal de colectivo que los dejaba: a Tantor en Parque Patricios y a Hugo en Villa Soldati.

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Una noche regresaron al Abasto

Una noche en agosto del año 2017, la ciudad se mostraba con pocos caminantes. Algunos lo hacían rápidamente, regresaban de sus trabajos. El frío obligaba a cubrir parte se rostro con bufandas. Otros, lo hacían en forma más pausada, mirando locales de venta,de ropa, de comidas rápidas.

El barrio de Once, más precisamente en la calle Corrientes entre Anchorena y Jean Jaures, tenía un lugar histórico: el Mercado de Abasto, al que una noche volvieron el polaco y el narigón, Enrique.Venían recordando aquel mercado con una intensa vida, movimientos de camionetas estacionadas una al lado de otra sobre Anchorena, sobre Corrientes. También el movimiento de personas descargando y acomodando los productos en las góndolas, que luego los minoristas comprarían y volverían a cargar para llevarlos a verdulerias.

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